En una reciente trasmisión del programa de Televisión “Aprendiendo a Vivir”, y su sección “Espíritu Empresarial”, Jairo Aguirre compartía una reflexión acerca del episodio cuando Jesús reprende la tormenta (Lucas 8, Mateo 8, Marcos 4). A continuación resaltaré puntos de lo que Jairo compartió más algo que pude estudiar en la lectura del Griego de Lucas 8:24.
De las cosas que me gustaron de lo compartido por Jairo sobre este episodio fue su descripción de la manera en que Jesús atendió a sus discípulos en medio de su problema. Los discípulos de Jesús se asustaron por la fuerte tormenta que estaba inundando la barca en la que estaban; dice la palabra de Dios en Lucas 8:23b-24: “Entonces se desató una tormenta sobre el lago, de modo que la barca comenzó a inundarse y corrían gran peligro. Los discípulos fueron a despertarlo. - ¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! – gritaron.” (NVI). Este verso ilustra la urgencia que tenían los discípulos en ese momento, y también que acudieron a Jesús en medio de su desespero. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús a este problema? Inmediatamente, dice la palabra de Dios, Jesús atendió al llamado de sus discípulos: “Él se levantó y reprendió al viento y a las olas . . .” (Lucas 8:24).
Jairo Aguirre comentó, con respecto a la actitud de Cristo, que no se puso a decirle a sus discípulos algo como: “remen más duro”, “no sean cobardes”, “hagan de tripas corazón y aguanten a que se calme la tormenta”, claro el regaño vino después en el verso 25, pero lo que es de destacar es el que Jesús atendió la necesidad inmediata de sus discípulos. También concluyó Jairo, que de este ejemplo de Cristo deben aprender todos aquellos quienes tienen personal bajo su cuidado, ya sean gerentes, líderes espirituales, o jefes de compañías. Se debe aprender algo muy sencillo cuando alguien pide ayuda: por favor ayúdele, no diciéndole que aguante o que se haga ‘de tripas corazón’, no tratando de llenarlo de positivismo, sino de tratar de entender su problema y ayudarle a resolverlo; luego de resolver el problema, sí se pude exhortar y tratar de corregir una mala conducta.
Finalmente, solo me gustaría añadirle a la reflexión de Jairo Aguirre, lo que estudié en el Griego de Lucas 8:24b. Dice la Nueva Versión Internacional (NVI): “¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! – gritaron.” (Énfasis mío.) Pero, la palabra dicha en el original Griego, no contiene un verbo expresando algo que ocurriría en el futuro, como lo dice la NVI: “nos vamos a ahogar.” Más bien este verbo en el Griego está expresado una situación presente: “nos estamos ahogando.” Con esto solo quiere enfatizar que lo que estaban sintiendo los discípulos era inmediato, no algo que posiblemente pasaría con ellos. Se estaban ahogando, no era que se ahogarían.
Si entonces alguien algún día le dice,“¡Ayuda! Me estoy ahogando”, déle una mano y sáquelo del agua; calme la tormenta que le tiene asfixiado, asustado y ahogado. Luego exhórtelo, enséñele a nadar, a navegar aguas y tempestades adversas. Al fin y al cabo así es que nos gustaría que nos trataran a nosotros también cuando necesitemos que nos ayuden; no tanto que nos regañen, nos ignoren, o tomen como poca cosa nuestro problema, sino simplemente que nos ayuden con aquello que nos tiene ‘ahogados’.
Lucas 8:24 (Reina Valera 1995): “- ¡Maestro, Maestro, que perecemos!”
Lucas 8:24 (Biblia en Lenguaje Sencillo): “- ¡Maestro, Maestro, nos hundimos!”
Lucas 8:24 (Nueva Versión Internacional): “ - ¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar!”
viernes, septiembre 02, 2005
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