Este capítulo de 1 Reyes 19 nos presenta dos diferentes historias en una. La primera historia trata de la reacción de Dios ante una serie de faltas de un siervo suyo. La segunda historia trata sobre la serie de faltas cometidas por Elías y cómo él se dejó ayudar por Dios para salir de su problema. A la primera historia le titulé: “Dios no maltrata a sus siervos.” A la segunda: “En medio de la oscuridad solo podemos apoyarnos en Dios.”
Quisiera compartir en este escrito sobre la primera historia. 1 Reyes 19 comienza con la intervención de Jezabel (v.2), mujer que estaba muy enfurecida por la forma en que Elías había decapitado los sacerdotes de Baal (1 Reyes 18). Por esta razón Jezabel juró hacerle lo mismo a Elías y esto fue lo que causó que él emprendiera la huída hacia el desierto de Judá (1 Reyes 19:3-5a). Cuando estaba en el desierto, Dios le mandó un ángel a Elías para que le diera de comer y luego para que lo prepara para un largo viaje que lo llevó a refugiarse en una cueva (vv.5b-9).
Estando en la cueva, Dios se le aparece a Elías y le manifiesta: un viento recio (v.11, Nueva Versión Internacional), un terremoto (v.11), y un fuego (v.12). En ninguna de estas aterradoras manifestaciones estaba Dios, sino fue en un suave murmullo (v.12, NVI) que Dios le habló. Por esta manera de tratarle Dios a Elías fue que saqué la conclusión de: “Dios no maltrata a sus siervos.” Seguramente si Elías hubiera estado en un ejercito y de un momento a otro dejara su puesto, las consecuencias hubieran sido severas. Y fue precisamente el dejar su ‘puesto’ lo que hizo Elías. Dios le había delegado ser su profeta, y no le había delegado el esconderse de esta responsabilidad. De nuevo, de haberse tratado este caso en medio de seres humanos, y hablando del caso del ejercito, Elías hubiera terminado en una prisión militar por un tiempo por desacato a la autoridad.
Pero la reacción de Dios ante Elías fue diferente. Aunque Elías ya no quería estar más como profeta, Dios tuvo una idea diferente. No se fijó en cómo Elías se miraba a sí mismo, ni cómo Elías había perdido la fe en sí mismo, sino más bien, Dios creyó en Elías y le encomendó una última misión: ungir a dos reyes, y a un profeta (vv.15-16). Esta tarea no vino como resultado de lo bien que se había portado Elías hasta este momento, sino vino como resultado de la fe que tenía Dios en Elías. Y esta es una fe que no cambia a pesar de nuestros errores. Menos mal que Dios confía en nosotros aún cuando nosotros mismo no damos nada por nuestras vidas y talentos. Menos mal que Dios no nos maltrata, aunque a veces si nos disciplina, por abandonar nuestras responsabilidades, por lo general Dios procura hablarnos con un suave murmullo y nos da muchas oportunidades para superar nuestro error.
lunes, noviembre 14, 2005
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1 comentario:
Esta tremendo necesitaba una explicacion de este cap para el circulo de oracion q dirijo!!! Dios sabe todas las cosas y los tiempos!!!
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