miércoles, septiembre 26, 2007

Carta de amor

¡Hola!
Hace un año, precisamente para este mes de amor y amistad, me encontré con una carta como esta, y tal vez como te está sucediendo en este instante, tu también te estás preguntando para quién esta dirigida esta carta. Esta carta fue escrita para ti. ¿Cómo así? Sigue leyendo.

En Septiembre, mes del amor y la amistad, mientras muchos, corrían afanados por conseguir un detalle para esa persona especial, yo estaba sin ganas de vivir, no tenía a quien brindar amor y nadie que me diera amor. En realidad a mi corazón le hacía falta algo, tal vez cómo tu, la soledad era mi única compañía. Esta clase de fechas, de amores fingidos, de frases hermosas, de regalos, de besos y abrazos, no tenían sentido para mi, pues no tenía a nadie que me hiciera feliz. Además esa soledad que experimentaba me llevó a sumergirme en la más profunda de las depresiones, al licor y hasta el uso de sustancias sicoactivas para sentirme mejor. Hasta que a mis manos llegó esta carta.

Entre líneas entendí que sí existe alguien a quien le intereso demasiado; por eso no quiero que desaproveches esta oportunidad. Puede que tu situación sea distinta a la que un día pasé; puedes estar pensando que lo que lees no tiene sentido y que afortunadamente tienes un buen salario, una familia, una persona especial a tu lado y estás “feliz”. O por el contrario, aunque respires, veas, hables, escuches, camines y tu corazón siga latiendo, no deseas seguir existiendo. Sea cual sea tu caso, esta carta es para ti.

¿Sabes? ¡Finalmente encontré el amor de mi vida! Y no importa por lo que estés pasando, tu también podrás hallar al amor de tu vida. Hoy deseo que te quede claro que Dios te ama y desea darte una vida con sentido y verdadera felicidad. Te preguntarás ¿por qué si te ama tanto estas viviendo dificultades?, pues sencillamente porque saber de Dios no es suficiente, necesitas conocerle ya que el corazón del ser humano es tan duro que no le interesa todo lo que tenga que ver con Dios. A mi también me pasó, pero quiero que entiendas algo, Jesucristo, su único hijo, es la solución de Dios para ti, así como lo fue para mi, solo debes reconocer que le necesitas y por su puesto que deseas que tu corazón sea transformado.

Amigo, esta carta no llegó a tus manos por equivocación, es para ti, no mires a tu alrededor intentando descubrir a quien se le olvidó. Dios está interesado en cambiar tu vida, darle un nuevo color a tu existir y saciar tu hambre y sed de verdadera felicidad. Hoy es el día en que debes tomar una decisión radical y puntual en tu vida. Así que te invito para que llames en Bogotá al: 757-6917, allí no te contestará directamente Dios, pero si habrán personas que te explicarán sobre esta carta de amor, solo para ti. ¡¡Ahhh!! Lo olvidaba ¡feliz mes del amor y la amistad!
Anónimo.

martes, septiembre 18, 2007

En cuanto al dar...

En el pasaje del Nuevo Testamento donde dice que cada persona debe trabajar, da la razón ‘para que todos puedan tener algo que dar a aquellos que tengan necesidades’ (Efesios 4:28). Caridad - el dar a los pobres - es una parte esencial de las virtudes del cristianismo. . . Algunas personas hoy en día dicen que la caridad debe ser algo innecesario y que en vez de dar a los pobres deberíamos estar produciendo una sociedad en la que no tengamos pobres a quiénes dar caridad. Los que esto afirman, puede que estén en lo correcto queriendo una sociedad en la que no haya gente necesitada. Pero, si alguno piensa que, mientras construyamos esta sociedad, podemos parar de dar caridad, está equivocado, puesto que se ha desviado de esta virtud cristiana. Yo no creo que podamos ponernos de acuerdo en cuanto a qué tanto debemos dar. Me temo que que la única regla es dar más de lo que a uno le sobra. En otras palabras, si nuestros gastos en comodidades, lujos, paseos, etc., está a la par con el estándar de otros con nuestros mismo ingresos, entonces estamos dando muy poco. Si nuestras caridades no nos incomodan o limitan, yo digo entonces que estamos dando muy poco. Deben haber cosas que nosotros queramos tener y no podamos alcanzar porque el gasto de nuestras caridades no nos lo permite. . . . [Finalmente,] nuestro orgullo no nos permite dar caridades; somos tentados a dar más en demostraciones públicas de generosidad (propinas, hospitalidad) y realmente damos menos a quiénes de verdad necesitan nuestra ayuda.

C. S. Lewis. (Traducción de Juan P. Chamorro)