viernes, octubre 26, 2007

En tinieblas

Hay momentos en la vida cristiana, que se repiten constantemente, y éstos son los momentos en que se camina en tinieblas. No me refiero a estar en un infierno, pero más o menos. Éstas tinieblas son el resultado de un curioso, se podía también decir terrible, trato de Dios para mi vida. Este trato es útil para madurarme y enseñarme a depender completamente en él. A depender de él cuando hay mucha luz y también cuando siento que las tinieblas me tienen abrumado. De nuevo, no me refiero a estar en manos del enemigo, pero sí a caminar en la oscuridad que Dios permite para mi formación (Isaías 45:7). Y durante este caminar, es claro que Dios está a mi lado, que me está acompañando, dándome su mano en medio de la oscuridad.
Es entonces normal sentir que no puedo más, que andar en oscuridad es demasiado para mí o tal vez que de esta oscuridad ya no tenga salida (Salmo 88:18). Pero, así como dijo el siervo de Dios en Lamentaciones, en medio de una gran aflicción, nosotros no debemos dejar la esperanza que Dios nos ayudará a superar nuestros momentos de tinieblas. Dice Lamentaciones 3:22-26, Que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! "Mi porción es Jehová; por tanto, en él esperaré", dice mi alma. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.
No debo entonces, temer a las tinieblas; tampoco debo desperarme en medio de ellas. Debo actuar con calma y no debo moverme hasta que Dios me lo indique. A veces es necesario sufrir un poco las tinieblas, para comprender que debo guardar silencio, que debo ser paciente, que debo esperar en Dios para que él actue. En medio de las tinieblas es que recuerdo que Dios es quien salva y no yo.

jueves, octubre 11, 2007

Dios es más importante que usted

Dice 1 Pedro 5:4 que Jesucristo es el "Pastor Supremo" (archipoímenos). Se menciona este título al final de la exhortación de Pedro a los ancianos (presbúteros) de la Iglesia. A éstos ancianos Pedro les estaba diciendo que cuidaran del rebaño de Dios (5:2) que se les había encomendado, no porque tocaba, no por dinero, no siendo tiranos con ellos, sino por amor a Dios y a Cristo (el Pastor Supremo).
Aprendo las siguientes dos lecciones importantes:

1. Si tengo un cargo de liderazgo, donde debo pastorear y cuidar de personas, debo estar siempre muy consciente que lo que tengo viene de Dios, y es de Dios. Si tengo discípulos y si ellos me respetan y escuchan es solo porque Dios así lo permite. Dios me permite discípulos para cuidarlos y para enseñarles que ellos le pertenecen a Dios y no a mí.

2. Dentro de mi ministerio, el líder o el pastor más importante, no soy yo, sino es Cristo. Recuerdo que mi padre, el hombre que ministró a Dios exitosamente durante 40 años, cuando le presentaban y decían: "un aplauso a Néstor Chamorro", él siempre que tomaba el micrófono corregía y decía: "mejor un aplauso a Dios. A él debe ser toda la gloria y la honra." Es más, una vez que mi padre tenía que predicar en un cumpleaños de Jesús, un evento masivo gran-comisionista, cuando él tomó el micrófono simplemente le dijo a los asistentes del evento: "aplauda a Dios si tiene algo que agradecerle." Y fue así como la gente del evento, puesto en pie, aplaudió durante más de 40 minutos - a Dios.

La próxima vez que traten de darle reconocimiento a usted, por su buena labor pastoral, por sus muchos estudios, recuerde que lo que usted es, tiene, hace y recibe es de Dios y la gloria debe ser finalmente para él.

jueves, octubre 04, 2007

Valiente como león


Huye el malvado sin que nadie lo persiga,
pero el justo está confiado como un león.

(Proverbios 28:1)

Es una palabra de aliento para aquellos que están pasando situaciones difíciles. No olvidemos que todo lo que sucede en la tierra, está sucediendo por voluntad de Dios. Nada se le escapa de sus manos. El problema es que aveces queremos tener soluciones rápidas, que no nos afecten, a situaciones difíciles. Con este versículo, Dios me ha enseñado a ser paciente, a vivir confiado en él, y por supuesto a no huír de la adversidad. Más bien ponerle "pecho" a lo que se venga, porque se que Dios me respalda y está a mi lado. Debo aprender a ser confiado, a ser valiente como un león, y esto no sucede si no se presentan situaciones adversas que demanden de mí éstas características de valentía.