Hay grandes personajes bíblicos que son dignos de mencionar en nuestras prédicas por su relación con Dios, por su obediencia y por haber logrado grandes obras de la mano de Dios. Ellos son: Moisés (dirigió al pueblo de Israel por el desierto), Josué (dirigió la conquista de la tierra prometida), Samuel (ungió a los primeros reyes de Israel), David (fue el rey más exitoso de la dinastía Hebrea). Así como estos personajes del Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento hay mujeres que se destacaron por su integridad de corazón, por su visión de Cristo y por su valentía en medio de sus dificultades. La mujer cananea de Mateo 15:21-28 es uno de esos ejemplos de mujeres sobresalientes del primer siglo.
Esta mujer desafía con su historia puesto que habló inteligentemente con Cristo para ver un milagro y fue insistente frente a la aparente negativa de él. Cristo le trato de disuadir dos veces en los versos 24 y 26; trato de hablarle de tal manera que ella se fuera y no siguiera "molestando" más. Sin embargo ella le continuó hablando a Cristo puesto que para la mujer cananea era imprescindible que Cristo sanara a su hija. (Claro está que el propósito de Cristo era enseñarle a sus discípulos sobre la fe de ella y por eso la "rechazó" aparentemente.)
Independiente de cómo se ponía de difícil la situación para la mujer cananea, ella insistió en tratar de convencer a Cristo que le ayudara. El exito de la mujer frente a Cristo fue no solo el insistir que él le ayudara, sino que de manera inteligente respondió que independiente de ser cananea y no merecer los privilegios del pueblo de Israel, ella estaba convencida que también podría tener acceso a los milagros del hijo de Dios. Al final Cristo elogió la fe de ella frente a los discípulos y dijo: "Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres" (verso 28).
La mujer cananea nos enseña lo siguiente:
1. Ella estaba convencida que Cristo era el hijo de Dios y que él podía hacer el milagro que ella necesitaba (que su hija enferma fuera sana).
2. Ella estaba dispuesta a luchar hasta el final para que se cumpliera su deseo. Fue insistente a Cristo.
Así como aprendemos y somos edificados por los patriarcas y conquistadores del Antiguo Testamento, así mismo debemos aprender de mujeres insistentes y convencidas del poder de Dios, como la mujer cananea. Así como esta mujer, ruego a Dios que me enseñe a estar convencido de los milaros que Dios puede hacer por mí y a no desistir de reclamarle a él que así sea.
lunes, marzo 12, 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)